En un superclásico cambiante, Boca aprovechó el error de River y se quedó con la victoria gracias al gol de Sebastián Villa. El Xeneize volvió a ganar en el Monumental luego de casi cinco años y la camiseta amarilla finalmente fue cábala. Rossi fue figura y atajó todo.
En una nueva edición del partido más importante del fútbol argentino, el que festejó fue Boca. Un Boca que venía de cambiar la impronta gracias a la victoria conseguida en la Plata y que llegaba a este encuentro con la expectativa de volver a realizar un buen papel, y sobre todas las cosas, ser protagonista ante su clásico, algo que le venía costando.
«No somos Estudiantes», anticipó Marcelo Gallardo en la previa, quién se mostró confiado ante el buen andar de su equipo durante las primeras fechas de la Copa de la Liga y dejó en claro que el Xeneize no la iba a tener tan fácil como en el partido disputado en Uno.
En el primer tiempo, esas palabras de Gallardo terminaron marcando tendencia. River, sin ser apabullante como en otras ocasiones, dominó el trámite de principio a fin y tuvo las ocasiones más importantes para irse al descanso mereciendo más. El conjunto de Sebastián Battaglia se replegó y no pudo ejecutar el dominio que había tenido frente al Pincha. Apenas un poco de Juan Ramírez, y alguna que otra pincelada de Aaron Molinas, fue lo que mostró el Xeneize en una pobre primera parte.
Sin embargo, en el comienzo del complemento, se produjo la jugada que cambió el curso del partido. Luego de un lateral de Frank Fabra, Luis Vázquez, reemplazante de Darío Benedetto en el entretiempo, filtró una pelota para Sebastián Villa que aparentemente estaba controlada por el marcador central, Leandro González Pirez. El colombiano fue más inteligente que su adversario, y principalmente, más rápido, y terminó robando la pelota tras la pasividad del zaguero. Ante un arquero que tampoco salió, Villa eludió fácilmente a Franco Armani y convirtió el único tanto de la noche en Núñez.
Como dijo el Muñeco posteriormente en conferencia de prensa, el gol cambió el partido y River nunca más pudo volver a hacerse dueño. Boca manejó emocionalmente las acciones, ante un adversario impreciso, que falló demasiados pases y que se mostró inconexo ante el orden xeneize.
A pesar de su mal desempeño, La Banda tuvo chances claras para igualar el marcador y allí fue donde apareció Agustín Rossi, quién se vistió de salvador, una y otra vez, para sostener su valla y contribuir con la importante victoria de Boca.
Finalmente fue triunfo para Boca, que dejó atrás las nubes negras que se habían generado por la derrota ante Huracán, y que festejó a lo grande con su particular camiseta amarilla. Una equipación que quedará para el recuerdo.
Del lado de River, bronca e indignación, por no poder aprovechar su momento y por terminar perdiendo ante un rival que le manejó los hilos del partido en el segundo tiempo y que se terminó quedando con una victoria monumental.