El Matador jugó su mejor partido del año, y le ganó muy bien a Huracán.
Por Esteban Migliazzo.
Personalidad, actitud, juego colectivo y hasta algunos lujos. Esa es una rápida descripción de lo que produjo anoche Talleres en el Kempes con más de 55.000 hinchas que terminaron aplaudiendo y emocionados.
La impronta del Cacique Medina se va haciendo notar en un plantel que parece haber recuperado su estado físico y su espíritu combativo.
Con la conducción de Botta, la firmeza de Portillo y Rodriguez, la proyección de los marcadores laterales y la explosión de Galarza Fonda, el Cacique parece haberle encontrado la vuelta a un equipo que está prácticamente clasificado a la Copa Libertadores en su fase de grupos.
De nada sirve lamentarse por los partidos que no se ganaron porque, por alguna razón, se perdieron o se empataron. Sí, habría que revisar algunas cuestiones que pudieron haber marcado ciertas diferencias a la hora de las sumas; como por ejemplo la pretemporada en Rusia o la llegada tardía y fuera de forma física de algunos jugadores que no llegaron a reemplazar en calidad a Ramón Sosa.
Es difícil que la T sea campeón porque el torneo se define por goles a favor y Velez Sarsfield tiene una amplia diferencia a su favor, pero la base para pelear por alguna copa el año que viene está. Esperemos que está vez, con 4 o 5 incorporaciones de jerarquía y la llegada de un 9 goleador, el proyecto tenga la continuidad de al menos un año para que los sueños se hagan realidad.
